Víctor de Santos sabía que podía terminar encarcelado, pero eso no le paró. A sus 30 años, este investigador español que integra el movimiento Rebelión Científica se desplazó a Alemania junto a otros compañeros llegados de otros países para realizar acciones de desobediencia civil y así alarmar de la emergencia climática. Tras accionar la alarma de incendios en la conferencia anual de la Organización Mundial de la Salud en Berlín, se desplazaron hasta Múnich el 24 de octubre. Allí, en el museo de BMW, pegaron sus manos a uno de los coches más lujosos que había. Fueron 15 los detenidos y se pasaron más de una semana en prisión preventiva. “No queda otro remedio que escalar en las acciones si los gobiernos siguen sin poner medidas”, explica De Santos.
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Momento de la protesta en el Museo d
el Prado. Foto: Cedida por Futuro Vegetal.
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Bien es sabido que si no quieres las mismas respuestas, debes cambiar las preguntas. Eso es lo que piensan decenas de jóvenes organizados en sus países para alertar de la crisis climática, justo cuando se desarrolla la COP27 en Egipto. Cansados de que otro tipo de protestas pacíficas no surtan el mismo efecto que las relatadas, el activismo climático radicaliza su acción: “No escuchan las alarmas que lanzan los expertos, así que decidimos pegarnos a uno de los coches de lujo que gastan más recursos”, relata De Santos.
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