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Jaime Palomera: “El Gobierno está ayudando a crear una minoría cada vez más rica a través de la vivienda”

El rentismo, las nuevas formas de chabolismo vertical, el “gran acaparamiento” de viviendas por parte de los ricos, el neofeudalismo al que nos dirigimos y cómo todo esto se puede evitar son algunos de los temas centrales que Jaime Palomera, doctor en Antropología Económica, aborda en su reciente libro El secuestro de la vivienda (editado por Península). 

Como si de una partida del Monopoly viciada desde el principio se tratara, en donde los que más poder tienen mayores beneficios fiscales obtienen, el también cofundador del Instituto de Investigación Urbana y militante del Sindicat de Llogateres defiende que el poder popular es clave para lograr una reacción por parte del Estado. En esta conversación, el experto aporta algunas claves que responden al subtítulo de su obra: por qué es tan difícil tener casa y cómo esto puede romper la sociedad.

Jaime Palomera ha publicado 'El secuestro de la vivienda'. PENÍNSULA

Afirma en su libro que quienes poseen las viviendas tienen una posición de poder casi absoluto que llegan a redefinir las formas de habitar. ¿Cómo han cambiado estas formas de habitar en los últimos años?

La mayoría de economistas se basan en un cuento, un mito, sobre nuestras ciudades y viviendas. Consideran que se trata de un mercado competitivo comparable a cualquier otro, pero no es así. La vivienda es un bien incomparable por dos motivos. Por un lado, es algo que necesitamos todas las personas. Por otro lado, se trata de un bien muy escaso, porque la materia prima de la vivienda es el suelo en el que se levanta. Esto ha llevado a los propietarios del suelo a tener una situación monopolística. No es que se pongan de acuerdo en los precios, sino que pueden ponerlos muy por encima de los salarios reales de la gente.

Esto los ha llevado a poder redefinir qué es lo que consideramos vivir en un barrio o en una ciudad. Estamos volviendo a formas de infravivienda que no veíamos desde hace un siglo, quizá en España desde hace siete décadas, con el chabolismo.

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