En julio del año pasado, el bombero del Ayuntamiento de Madrid César Contreras fue activado por un código 5, un intento de suicidio. Cuando llegó a Lavapiés se encontró algo muy diferente. Un activista por el derecho a la vivienda se había colgado a través de un sistema de cuerdas. Si la Policía abría la puerta de la vivienda, el activista caería al vacío. Meses después se creó la Plataforma de Bomberos contra los Desahucios, donde decenas de estos profesionales se organizan y blindan ante este tipo de requerimientos que exceden sus competencias. “Si actuamos es para salvar a las personas de un peligro, no para dejarlas en una situación de mayor vulnerabilidad que la que ya tienen”, apuntan.

En aquel momento, Contreras no estaba trabajando con su grupo habitual. Pronto decidió retirarse un poco del operativo. “Me vi totalmente en shock. Llegué pensando en hacer mi trabajo, en ayudar a una persona que intentaba suicidarse, y luego vi que lo que tenía que hacer era ir en contra de mi vocación. Ese activista estaba totalmente seguro y la maniobra fue más peligrosa que dejarle colgado”, se explaya.
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