Elisabeth Díaz es ciega, tiene 43 años y lleva una vida plena e independiente. Sin embargo, a veces necesita ayuda inmediata, unos ojos ajenos que le permitan ver lo que los suyos no pueden. Saber qué hay en un escaparate, realizarse la prueba del azúcar, seleccionar qué ropa ponerse, conocer la fecha de caducidad de los medicamentos... Todas estas acciones del día a día son algo más complicadas para las personas no videntes, aunque no imposibles.

“Recuerdo que un día tenía que arreglar la caldera siguiendo las indicaciones que aparecían en la pantalla, pero yo no las puedo ver. Llamé a un voluntario a través de la aplicación y me ayudó una persona totalmente desconocida para mí. Me fue diciendo a qué botones tenía que pulsar”, ilustra Elisabeth. Se refiere a la app 'Be my eyes' ['Sé mis ojos'], que conecta a más de 8.358.000 voluntarios en todo el mundo con las casi 764.000 personas con discapacidad visual inscritas. A través del móvil, cualquier persona que lo necesite puede contactar con un asistente para que le oriente y le guíe en tiempo real, aunque no vuelvan a coincidir a lo largo de sus vidas. Además, cuenta con una inteligencia artificial que describe casi al detalle cualquier imagen.
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