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El matrimonio que vigila un pueblo entero: así es la vida sin ningún vecino a tu alrededor

Ana y Alberto son los guardianes de un pueblo que lucha por no extinguirse en el olvido del invierno. Asentados en La Riba de Santiuste (Guadalajara), esta administrativa y este albañil se han convertido en las únicas personas que viven en un municipio con 12 personas empadronadas. Junto a sus dos hijos, su vida pivota entre los viajes en coche a Sigüenza y los paseos diarios por el pueblo para cerciorarse de que no hay desperfecto alguno en las viviendas. Les gusta su vida, pero también les gustaría que la Administración cuidara más del mundo rural. Esta es la historia de dos madrileños que huyeron de la capital para convertirse en la referencia de decenas de familias.

Alberto y Ana posan en la puerta de su casa, en La Riba de Santiuste. (G.M.)
Cuando hace 18 años a Alberto Martínez le querían enviar fuera de España por motivos laborales, su familia encontró un nuevo hogar en la casa que él mismo había construido en La Riba para pasar los fines de semana. Sus propias manos levantaron y esculpieron la piedra que ahora cobija a las únicas personas que habitan de forma continuada este enclave coronado por un castillo medieval que hace las delicias de autóctonos y visitantes. “Por la zona había pocos albañiles y desde que empezamos a venir ya me iban pidiendo trabajillos. Aunque bajaron los ingresos cuando dejamos Madrid, vimos que podíamos vivir bien aquí”, relata en la puerta de su casa.
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