El paso inexorable del tiempo es algo tan presente como inconsciente. Poco a poco, muy poco a poco, las cosas de siempre cambian. Lo que ni siquiera recordamos desde cuándo era así, deja de ser así. Nadie puede luchar contra ello, pero sí detenerse a intentar contemplar lo imperceptible. Eso es lo que hace desde hace nueve años Felipe Hernández. Este vecino del madrileño barrio de Embajadores, fotógrafo de profesión, atesora 1.200 servilletas de diferentes restaurantes, bares, heladerías y churrerías. Esta particular colección también es un granito de arena que, en unos años, se verá como algo antiquísimo, como antigüedades dignas de encontrar en El Rastro, como una de esas cosas que también cambiaron sin que nos percatásemos de ello.
![]() |
|
Interior de las servilletas. (Montaje: El Confidencial)
|
Comparte si te ha gustado: