Pastora Martínez todavía recuerda la fundación de la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI) en abril del año 2000. Aquellas primeras asambleas terminaron fructificando en un colectivo que sigue en la lucha por una carrera investigadora predecible y estable. A lo largo de este cuarto de siglo, protestas, divulgación, creación de informes pioneros y decenas de negociaciones con diferentes ministerios han vertebrado la labor de esta Federación que aglutina nueve asociaciones provinciales y a unas 2.000 personas que se organizan de manera asamblearia y horizontal.

En el camino dejan grandes avances, como que los investigadores pasaran a ser considerados trabajadores, y no becarios, y la aprobación del Estatuto del Personal Investigador en Formación. Por delante todavía queda la ardua batalla de que quienes son considerados una parte esencial del progreso de la sociedad encuentren en su vocación una forma de vida digna y segura. Para eso, reivindican una y otra vez, el Estado debería apostar por una mayor financiación.
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