Vanesa Nozal tiene 28 años, vive en Madrid e investiga en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) sobre nuevos fármacos. Estudió Química en la Universidad de Valladolid y se trasladó a la capital, a la Universidad Complutense (UCM), para realizar el máster que la relanzaría en su carrera investigadora. A pesar de ello, según explica, tendrá que irse al extranjero en cuanto lea su tesis doctoral el año que viene. El texto presentado por el ministro de Universidades, Manuel Castells, sobre la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario, tampoco ha creado en ella ciertas expectativas de quedarse en España. La Federación de Jóvenes Investigadores – Precarios (FJI), a la que pertenece Nozal, ha criticado duramente el anteproyecto de ley.
Paco Palazón, otro integrante de la FJI, se ha estudiado concienzudamente el anteproyecto: “Partimos de la base de que la estabilización en la carrera investigadora se produce cuando ya tenemos más de 40 años, según los propios datos del Ministerio de Universidades. En la gran precariedad en la que nos encontramos, concatenamos contratos temporales sin garantía de permanencia, es todo una jungla en cuanto a convocatorias competitivas y falta un diseño claro de la carrera investigadora”, introduce este investigador del Instituto de Ciencia Molecular de la Universidad de Valencia.
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