Cuando Stefanie Schuler-Springorum vino por primera vez a España en 1982, se quedó alucinada cuando en algunos bares de Galicia la saludaban levantando el brazo al estilo fascista. Para ella, procedente de Alemania, era algo impresionante. Esta profesora de la Universidad Técnica de Berlín, historiadora e investigadora especialista en Historia Contemporánea de España acude al I Congreso Internacional La Desbandá, celebrado en Mollina (Málaga). Minutos antes de su ponencia, reflexiona sobre si Alemania se puede considerar un ejemplo para otros países en lo que a memoria histórica se refiere.
La historiadora Stefanie Schuler-Springorum en el I Congreso Internacional La Desbandá. FOTO: Guillermo Martínez |
Empecemos por el principio, si le parece bien. Antes de la fundación de la República Federal Alemana (RFA) se juzgó a decenas de personas por crímenes de guerra y contra la humanidad. ¿Las sentencias fueron entendidas y aceptadas por los alemanes?
No, yo creo que no. El pueblo alemán, tras los primeros años después de la Guerra, estaba en una situación ambivalente. Por un lado, agradecidos porque se estaba juzgando a los culpables, y el pueblo llano, la gente normal, por decirlo de alguna forma, se sentía absuelta. Solo los muy malos eran los culpables. Pero, al mismo tiempo, se veía que esa justicia era de los ganadores, y la sociedad pensaba que los estadounidenses y los rusos también habían cometido atrocidades en otros momentos pero a ellos nadie los juzgaba.
Tras la puesta en marcha de la RFA (República Federal de Alemania) esos juicios cesaron inmediatamente. Muchos de los procesados fueron puestos en libertad y otros tantos consiguieron mantenerse en los puestos que ocupaban antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
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