Alcalá de Henares amanecía desde 1836 casi desierta de los estudiantes y profesores que antes poblaban sus calles históricas. Con la Universidad trasladada a Madrid aquel año por decreto, los edificios cisnerianos se deterioraban, hasta que decenas de vecinos crearon en octubre de 1850 la Sociedad de Condueños.
Algo antes, Javier de Quinto, propietario de la manzana universitaria, empezó a desmantelar los edificios para utilizar sus materiales en otras construcciones, por lo que estaban «en serio peligro», explica a EFE el actual presidente de los condueños, José Félix Huerta.

Aquello fue el inicio de una salvación que pasaría a la historia, ya que esos edificios fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998.
“Los vecinos de Alcalá no solo querían conservar el patrimonio arquitectónico tan importante a nivel local, sino para toda España”, añade el presidente.
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