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Gracias y desgracias de los ERTE durante la pandemia o la relatividad de los seis meses

El problema no es el huracán, sino los estragos provocados y la forma de reconstruir lo destruido. Así ocurre con los ERTE que en estos momentos llenan de interrogantes el futuro más inmediato de miles de trabajadores. Conocer el porqué de la suspensión temporal del contrato es la mejor herramienta que tienen los trabajadores que, momentáneamente, se encuentran en paro. Sus características, consecuencias y reglamentación en los próximos meses serán determinantes para ver si tendremos que vivir con los estragos del huracán o las administraciones y empresarios pondrán de su parte para, como decíamos, reconstruir lo destruido. Por el momento, la incertidumbre sigue copando las conversaciones de la clase trabajadora.

La figura jurídica del ERTE es más conocida que nunca. Muchas empresas se acogieron a ella cuando la pandemia sobrevino en la crisis económica que inunda las cuentas más corrientes. Silvia Gambarte, abogada laboralista, explica los dos tipos de ERTE que existen retrotrayéndolos al estadio actual: “Las empresas pueden llevar a cabo un ERTE por causa de fuerza mayor o por razones económicas, técnicas, organizativas o de producción (ETOP). Aquellas entidades que fueron obligadas a cerrar al inicio de la pandemia y que tampoco podían teletrabajar se acogieron al primer tipo, además de que el Gobierno aprobó ciertas bonificaciones orientadas únicamente para estos casos”.

Por ejemplo, en el sector de la hostelería, seguramente se acogieron al ERTE de fuerza mayor puesto que muchos bares tuvieron que cerrar, mientras que los que se llevaron a cabo en algunos medios de comunicación o grandes empresas que mantuvieron su actividad podrían ser ERTEs ETOP.

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