La memoria se esconde entre el desconocimiento, el olvido y el miedo. Las generaciones venideras de aquellos que vivieron la contienda española más cruenta del siglo XX van sacando, poco a poco y del baúl de lo no recordado, miradas de una época en la que confluyó el horror, la miseria y el autoritarismo que pisotearon años repletos de fulgor y pasión. Así sucede con Toni Monné, nieto del fotógrafo catalán Antoni Campañà. Republicano y católico, el trauma de la guerra supuso para él años de silencio sobre su material gráfico.
Barricada infantil detrás de la Universitat de Barcelona, agosto de 1936.ANTONI CAMPAÑÀ (ARXIU CAMPAÑÀ) |
“Estábamos revisando los muebles y objetos de la antigua tienda de fotografía de mi abuelo cuando apareció una caja de madera muy grande donde había cientos de fotografías. Debajo de esas fotos, que eran de gente que nunca fue a recogerlas, vi con mi tío que al fondo había unas cajas rojas con más negativos”, relata Monné. Pero todo tiene su historia: “Cuando el franquismo publicó en el BOE que todas aquellas personas que tenían material fotográfico de la contienda estaban obligados a presentar sus archivos, Campañà los depositó en el Archivo Mas”.
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