Miles de personas se asombran ante su majestuosidad cada mes. En él encuentran el reflejo cruento de uno de los primeros bombardeos perpetrados contra población civil. El cuadro de Pablo Picasso que asombró al mundo en 1937, que llegó a España en 1981 y que desde 1992 se exhibe en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid se ha convertido en una bandera contra la barbarie.

Sin embargo, sobre el suelo que soportan las pisadas de sus espectadores y las paredes de las que cuelga nada se cuenta. El Guernica está ubicado en un magno edificio que data del siglo XVI por el que pasaron decenas de miles de heridos que lucharon por defender la República de los embistes de los alzados y otros tantos damnificados por los bombardeos de las tropas sublevadas que a finales de 1936 asolaron la capital. Nada de ellos se cuenta. El continente, aunque cargado de significado, se reduce al contenido.
Eso es lo que quieren hacer cambiar desde la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). Su presidente, Emilio Silva, recuerda que el conocido como Hospital San Carlos, actual conservatorio de música, y Hospital Provincial, actual sede del Museo, se transformaron en el Hospital Clínico Número 4 tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Sus salas fueron testigo de cómo más de 30.000 personas, durante los casi tres años de guerra, intentaron salvar su vida en este enclave en el que se agolpaban los heridos y mutilados.
Comparte si te ha gustado: