“Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor”. Estas fueron algunas de las últimas palabras que Salvador Allende dirigió a su país aquel 11 de septiembre de 1973 en el que el ejército se sublevó contra el Gobierno. Medio siglo después, esas grandes alamedas se siguen abriendo a paso lento y con la mejor letra que puede hacer una sociedad en la que va a más el negacionismo de su pasado más traumático.
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En Chile acaban de ser condenados los asesinos de Víctor Jara. GUILLERMO MARTÍNEZ
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“En Chile se ha dado un proceso lento que todavía continúa, pero no hay que olvidar que todo lo avanzado ha sido bajo la Constitución aprobada por el propio Pinochet”, explica Luciana Fazio, especialista en Historia internacional contemporánea. La gran diferencia entre los dos países radica en que la Corte Suprema chilena tumbó la ley creada por los militares, lo que ha permitido enjuiciarlos y condenarlos. Muy diferente es lo sucedido en España con la Ley de Amnistía aprobada en 1977, una suerte de ley de punto final que actualmente deja sin castigo penal los crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el yugo de Franco y durante la Transición posterior.
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