La pandemia ha trastocado absolutamente todos los planes de todo el mundo, aunque no todo el mundo tenga los mismos recursos, y de recursos, siempre, va la cosa. Así ha sucedido en la Cañada Real, el asentamiento más grande de la Comunidad de Madrid en el que viven miles de personas y en el que se crían cientos de chavales. El empoderamiento de las familias redunda en un crecimiento personal en los más jóvenes, que encuentran en la interculturalidad una puerta que abrir para aprender unos de otros. El campamento abierto de verano y sus actividades paralelas ha sido la válvula de escape para unos 500 niños que después del confinamiento solo querían poder seguir comportándose como niños.
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| Imagen de la Cañada Real. / MARTA MAROTO |
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