Ramón Vélez tenía 23 años cuando ocurrió. Ese 8 de julio de 1978 acudió a la plaza de toros de Pamplona sin saber que poco después saldría de allí en una ambulancia con una bala que le había atravesado hígado, estómago e intestinos. Casi medio siglo después, esa bala disparada por la Policía Armada sigue en su interior. Muy cerca de donde sufrió el impacto también estaba Jaime Zelaia, que a sus 11 años presenció unos hechos que le dejaron marcado de por vida: integrante de las peñas txikis, un duro golpe propinado en su espalda por alguno de los agentes que entró a cargar a la plaza de toros le tiró al suelo, lo que le provocó una desviación en la columna que todavía hoy le causa dificultosos estragos.
Uno de esos once heridos fue el propio Vélez, que en esos instantes desconocía el asesinato de Germán Rodríguez a consecuencia de un tiro en la cabeza. "Yo bajé al patio de caballos, donde escuché un gran alboroto. Vi a la Policía entrando por el portón principal de la plaza de toros y la lógica respuesta de los presentes con el lanzamiento de almohadas y algunos otros objetos a los agentes por su actuación. Cuando ya se habían replegado al callejón, recibí un impacto de bala", relata. Lógicamente, se cayó al suelo y varias personas le recogieron. En la enfermería de la plaza de toros, repleta del humo que la Policía había utilizado para dispersar a las personas, le dijeron que sería el primero en salir hacia el hospital en la próxima ambulancia disponible. Su caso era de los más graves.
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