Una vivienda en herencia. Un barrio carcomido por la gentrificación y la especulación inmobiliaria. Dos familias condenadas a entenderse. Un pasado compartido que unos quieren olvidar y al que otros se aferran para no perder la poca memoria que todavía les une. El director teatral Fernando Ferrer ha encontrado en el Teatro del Barrio su nueva guarida para Lavapiés, la obra mediante la que expone aquellas contradicciones que todavía persiguen a no pocas familias. En esta adaptación libre y contemporánea de un Romeo y Julieta lésbico, los disparos de las pistolas de las partes enfrentadas se entremezclan con los llantos y el desconsuelo de la muerte que llega cuando ya nada hay que hacer.

“Al igual que en la obra de Shakespeare, que no se dice, aquí vemos una especie de enfrentamiento ancestral entre las familias. Siempre quise que la trama tuviera lugar en Madrid, en este barrio, donde vivo mi realidad cotidiana”, introduce Ferrer. Este argentino, como las demás ocho actrices y actores que completan el elenco, no rehúye lo irreconciliable y lo político, aspectos que dota de idiosincrasia propia para jugar un papel determinante a lo largo de la obra.
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