Evitar la extinción, llegar a la inmortalidad. Ese es el objetivo con el que trabajan en el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) de la Comunidad de Madrid, donde clonan aquellos árboles singulares de la región. Así consiguen que los ejemplares expuestos al inevitable y a veces catastrófico paso del tiempo tengan vidas casi infinitas. Los agraciados lo son por su resistencia ante los fenómenos atmosféricos, otros por su altura o anchura, incluso por las historias que guardan tras de sí. Todos ellos son característicos y reseñables y aquí están a buen resguardo.
Entre los 114 que ya han sido clonados, destacan algunos ejemplares archiconocidos en la Comunidad. Es el caso del ahuehuete del parque de El Retiro, uno de los árboles más notables de la capital y el más viejo de la ciudad, que llegó desde México hace cerca de cuatro siglos. Mientras que el original tiene una altura de unos 25 metros, el ejemplar que conserva el Imidra se ha estirado 1,80 metros desde que lo plantaron hace tres años. Cerca de él se encuentran reproducciones idénticas, pero mucho más jóvenes del Tejo del Arroyo de Valhondillo, con una edad datada en 1.500 años, el más longevo de la Península Ibérica. También el plátano de la Trinidad, el más alto de la región, con casi 50 metros; y la secuoya de la Casita del Príncipe, el más ancho de la Comunidad, con unos 10 metros de perímetro.
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