Ni siempre estuvo en el mismo sitio, ni con la misma orientación, ni con los mismos surtidores de agua que vemos ahora. La fuente de Neptuno, proyectada en el siglo XVIII, en estos momentos está forrada de andamios. En ellos, expertos trabajan para restaurar esta obra escultórica de Ventura Rodríguez que simboliza al Dios de las aguas, y no solo del mar. Los especialistas opinan que la escultura debería ser más accesible a la ciudadanía, y no quedarse como mero rotor del tráfico. Además, piden restablecer los surtidores originales de agua para que “la fuente recupere su esencia”.

En un primer momento, la fuente de Neptuno formó parte de la ordenación del Salón del Prado, diseñada en 1777 por Ventura Rodríguez. Con Cibeles en el extremo opuesto, en el arranque del Paseo de Recoletos, y la fuente de Apolo, como separación de una y otra. Tal y como recuerda Alberto Tellería, vocal técnico de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio (MCyP), la ejecución de la fuente fue encargada al escultor Juan Pascual de Mena, pero debido a su avanzada edad fue su discípulo José Arias quién labró a Neptuno y sus caballos en mármol blanco llegado desde Montesclaros, Toledo.
Al fallecer Pascual de Mena, todavía restaban por terminar la concha a modo de carroza de Neptuno y los delfines, que serían encargados al propio José Arias y a Manuel Tolsa, pero finalmente fueron terminados en 1786 por José Rodríguez, Pablo de la Cerda y José Guerra, quienes notificaron la finalización de los trabajos el 30 de octubre de 1786.
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