“Este libro está lleno de derrotas amargas, de sueños utópicos que fueron ahogados por la represión. Pero también está lleno de algunas de las victorias más hermosas que ha visto la humanidad. El futuro es nuestro”. Esas palabras cierran la nueva publicación de la escritora, editora y traductora Layla Martínez: un catálogo de mundos mejores en ‘Utopía no es una isla’. Porque 2020 se nos llenó de distopías que nos bloquearon, “con el efecto terrible de apuntalar el proyecto neoliberal al hacernos pensar que no hay futuro”. Porque es necesario crear utopías… Y creer en ellas.
Si siempre se ha dicho que es más fácil imaginar una invasión extraterrestre que el fin del capitalismo, esta publicación calla las bocas de aquellas personas que han aceptado como propio ese “realismo capitalista”, concepto esbozado por Mark Fisher, que viene a significar la asunción de que el capitalismo no es solo el mejor sistema económico existente, sino también el único posible. Cientos de relatos literarios paralelos al dominante nos preceden, y algunos de ellos, los más importantes e inspiradores, bailan al son de una música tan evocadora como necesaria. Es el sonido que se escucha al pasar las páginas de este libro de reciente publicación. Un lugar donde soñar, además de estar permitido, se convierte en obligación. Imaginar es el primer paso para cambiar el estado de las cosas. Vamos a darlo.
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