Todo partió de una pregunta entre el pasado y el presente: ¿Qué hicieron los anarquistas españoles durante una serie de años para conseguir tal arraigo de lo libertario que no se dio en otras latitudes? Juan Pablo Calero, doctor en Historia Contemporánea, encontró la respuesta. La clave estuvo en la forma de socializar y, en ella, el teatro. En ‘Antología del Teatro Anarquista (1882-1931)’ (LaMalatesta, 2020), este historiador aporta las claves para entender la importancia de estas representaciones que recorrieron gran parte de los ateneos y centros obreros dispersados por el país en aquel entonces.
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| Darío Fo, autor de la obra ‘Muerte accidental de un anarquista’. |
Sabían que los obreros, seguramente, no leían sesudos tratados de filosofía, pero también sabían que se podía llegar a ellos de otra forma y hacerles ver que el anarquismo no es una utopía, sino una realidad que pudieron llegar a comprender a través del teatro. Nació en la marginalidad, sin ningún tipo de ínfula a nivel comercial, y dirigido a un espectador muy concreto: el único sector de la sociedad que podía ver representada su realidad y aspiraciones por medio de estas obras.
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