En algunos de ellos tan solo ha podido estar diez minutos del poco oxígeno que quedaba. En otros ha encontrado fichas de dominó y dibujos infantiles en sus paredes. El acceso tampoco ha sido fácil: ya fuera mediante el alcantarillado o viviendas particulares, la cámara de Ana Sánchez se ha colado en 40 de los 1.322 refugios que había censados en Barcelona en 1937. Ahora, una muestra que se exhibe en la prisión de La Modelo insufla algo de oxígeno a esta memoria que durante tantas décadas intentaron que languideciera. Año y medio de fotografía en el subsuelo, allí donde crecen las raíces, han dejado un trabajo profundo, honesto, nuestro, del que poder disfrutar recordando cómo era la vida bajo las bombas fascistas.
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Refugio de la antigua estación de metro de Correos. Foto: Ana Sánchez.
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