Juan Carlos Pérez Cortés comenzó a ver la anarquía relacional como una buena filosofía de vida hace una década. Desde entonces, sigue un camino que persigue la desjerarquización de las relaciones sociales, lo que no significa que todo el mundo reciba el mismo trato o cercanía. Él, que prefiere decir que se relaciona dentro del marco de la anarquía relacional, huye de conceptos como pareja o amigos o familia y se decanta por denominarles “vínculos”. Pero va más allá. Si tuviera hijos, por ejemplo, no tendría ningún problema en que los criara cualquier persona dentro de su red.
Pérez es una de las caras más visibles dentro del mundo de la anarquía relacional, de las pocas que todavía se atreve a mostrarla, ya que el miedo al estigma y los prejuicios de la sociedad imperan en esta comunidad. “Si te pones las gafas, como se dice de las gafas violetas con el feminismo, empiezas a ver todos los comportamientos autoritarios que se dan dentro de las relaciones interpersonales”, sostiene. Cambiar estos comportamientos, de hecho, es una de las prioridades del colectivo.
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