Su vocación se truncó y terminó estudiando Derecho. Su hermano ya era abogado, así que se dirigió directamente a las oposiciones. Notarías no salió bien, pero sí los exámenes que le permitieron convertirse en el registrador de la propiedad más joven de España. Se llama Gonzalo Olmos Gil, procede de Algorta, un pueblo de Getxo (Vizcaya), y pronto empezará a ejercer en el municipio asturiano de Cangas de Onís. Este joven de 25 años deja atrás aquellos infernales días de 15 horas de estudio de lunes a domingo, la incertidumbre de cuánto tiempo tendrá que estar preparándose la oposición y cuál será su destino final.
No fue hasta primero de Bachillerato cuando Olmos se dio cuenta de que tendría que dejar su vocación de lado: "Siempre había querido ser médico y, aunque tenía una media muy alta, no era lo suficiente como para estudiar Medicina", comenta. Siguió por el itinerario de ciencias, pero ahora orientado a estudiar Derecho. "En mi familia no hay juristas, solo mi hermano mayor. Siempre se le ha dicho que él podía pactar con el diablo, que tenía madera de abogado, así que yo me quedaba fuera de esa vía, por decirlo de alguna forma", continúa este algorteño.
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