Existe en Madrid una esquina que, desde hace medio año, está repleta de vida. «La casa de la no ficción”, como se presenta a sí misma, se ubica en el número 5 de la calle de San Hermenegildo. El maridaje que se produce en su interior no se constriñe a conjugar cafés, libros y vinos, sino que alberga también todo un proyecto que busca hacer sostenible ese periodismo lento que tanto se ha perdido. En Espacio Late, seis socios y socias llegados de diferentes países intentan hacer posible su sueño.
Entre sus paredes ya han pasado plumas de oro del periodismo narrativo como las de Leila Guerriero, Martín Caparrós y Juan Villoro. Además, Jorge Carrión ha curado la librería. Mónica Rivero (La Habana, 1989), una de las fundadoras de la cooperativa, desgrana los entresijos de esta iniciativa, que ya forma parte del barrio de Malasaña a través de las diversas actividades que organiza.

¿Cómo surgió la revista Late?
Fue en 2017, ante el llamado de Daniel Wizenberg. Creamos una pequeña red de seis periodistas, cada uno de un país diferente, y decidimos empezar a trabajar en remoto, aunque nos encontramos en Bogotá para lanzar la revista online. El enfoque era tener una revista de periodismo narrativo con una agenda internacional pero con fuerte perspectiva latinoamericana. La idea era relatar lo que sucedía en el mundo contado por latinoamericanos y, a la vez, homenajear la tradición del periodismo narrativo de Latinoamérica, especialmente el formato crónica.
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