Hacía años que tanta gente no se congregaba frente al número 88 de la calle Hortaleza, en Madrid. Unas 200 personas se agolpaban en la puerta de lo que un día fue la sede de la Unión General de Trabajadores (UGT), un convento construido en 1623. Ahora, la historia vuelve a escribirse entre sus paredes gracias a la acción de varios colectivos de la capital que han recuperado el espacio. "Esta parcela estaba calificada como de uso social y sindical, pero UGT y el Ayuntamiento la han recalificado para poder construir un hotel. Es otro pelotazo urbanístico en el centro de la ciudad que expulsa a los vecinos de su barrio", declara Fernando Díaz, uno de los portavoces.
Activistas colocan una pancarta en la antigua sede de UGT,
situada en la madrileña calle de Hortaleza. — Guillermo Martínez
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"Lo ocupamos por la carga histórica que ha tenido este espacio, que ha servido para las luchas sociales y que ahora se iba a convertir en un pelotazo", completa Díaz mientras por un altavoz no deja de salir la música que agita las caderas de los allí presentes. La carga histórica, como dice, continuará gracias a esta ocupación: "UGT compró el edificio en 1987 y fue su sede principal hasta 2017. Al año siguiente lo alquiló a una empresa para desarrollar actividad hostelera. Según la prensa, el sindicato se embolsa entre 400.000 y 600.000 euros al año", agrega García.
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