Más de un millar de denuncias en 35.000 folios de megacausa. Eso es lo que investigan las cortes argentinas después de que hace 12 años se acercaran a ellas represaliados por el franquismo y durante la Transición. Conocida como la querella argentina contra los crímenes de la dictadura, que asoló España durante 40 años del siglo XX, la jueza María Servini se afana en encontrar la verdad para después repartir justicia.
Los afectados, que se cuentan por cientos, también buscan reparación y garantías de no repetición. Julieta Bandirali es una de las cinco abogadas que defiende a los querellantes en Argentina y aquí habla sobre la importancia del procesamiento de Martín Villa, la nula colaboración de la justicia española y la necesidad de ver cualquier triunfo como una victoria colectiva.
La abogada, Julieta Bandirali, a las puertas del
Parlamento Europeo en Bruselas. - Guillermo Martínez
|
Lo que yo he vivenciado es que cada una de las víctimas que viene a Argentina a prestar declaración ante la jueza o su secretario siempre han salido de la audiencia muy emocionados, porque nunca jamás en su vida eso había sido posible. Ninguna autoridad en España ha escuchado sus reclamos. El solo hecho de ser escuchados ya es un avance de la justicia y la reparación que merecen.
El principio de justicia universal, en realidad, tiene que ver con los crímenes caracterizados como de lesa humanidad, aquellos que no solo ofenden a la persona vinculada directamente con el crimen sino a toda la humanidad. Pensemos, por ejemplo, con el caso de Germán Rodríguez, asesinado por la Policía durante los disturbios de San Fermines de 1978, cuyas víctimas no son solo él y su familia, sino toda la humanidad en su conjunto. Ese es el principio por el cual, si no son juzgados en el lugar en el que se cometieron, pueden ser juzgados en cualquier parte del mundo.
Comparte si te ha gustado: