Cuando le dieron la chaqueta de su hijo, recién fusilado, ella perdió el habla. Así estuvo dos años y medio, en silencio, hasta que murió. Su padre, bracero toda la vida, dijo en su lecho de muerte que la casita que tenía se la legaba a sus cinco hijos. "Solo tienes cuatro", le dijo uno de los testigos. "A mí, hasta que no me den el cuerpo de mi hijo, sigo teniendo cinco", respondió el hombre. Ellos dos son la madre y el padre de Juan Serrano García, fusilado en septiembre de 1936 en Fregenal de la Sierra (Badajoz), cuando los sublevados le engañaron para volver: "Dijeron que todos los que no habían cometido delitos de sangre, no tendrían represalias", agrega Andrés Serrano, representante de la Agrupación de familiares de fusilados del pueblo y sobrino de Juan.
La memoria revive en un pueblo de Badajoz con la exhumación de cinco nuevas fosas comunes / Laura Muñoz-Encinar |
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