Paulino López Sánchez engrosó las filas de la columna de Hierro de València al fracasar el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. En aquella unidad anarquista, a la que llegó desde Cuenca en bicicleta, luchó los casi tres años que duró la contienda. Poco después daría con sus huesos en uno de los campos de concentración que el franquismo creó a lo largo y ancho del país. Terminó en Mallorca, obligado a trabajar de manera forzada, e hizo las carreteras por las que, actualmente, transitan miles de turistas al año. Ahora, el Gobierno de las Islas Baleares ha colocado toda una serie de señales a lo largo de los 300 kilómetros de carretera construidos mediante mano de obra de presos para indicar que ahí, justo ahí, ese pavimento fue realizado por republicanos cautivos.
Prisioneros construyendo un puente de la carretera entre Alcúdia y Port de Pollença (1937-38). — CEDIDA |
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