Leer, releer y volver a Cervantes, una y otra vez, hasta más de cuatro siglos después, al igual que hicieron otros muchos literatos y estudiosos que vieron en su obra, más allá del mero entretenimiento, una feroz crítica a la época del momento. Pareciera difícil aportar nuevas visiones a la obra del príncipe de los ingenios, pero su inconmensurable profundidad en cada uno de sus escritos supera los más de cuatro siglos desde su nacimiento. Sin ir más lejos, su concepción del matrimonio y las relaciones de pareja, ahora tan en boga el amor libre y las relaciones abiertas, el visionario de Alcalá de Henares ya las dejó patentes con la diversidad de parejas que inmortaliza en Persiles y Segismunda, su último texto.
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| La estatua de Miguel de Cervantes de Alcalá de Henares. — Guillermo Martínez |
¿Pero qué se puede extraer de Cervantes en el siglo XXI? "La obra que nos legó es tan profunda que en ella se encuentra la esencia de lo español, ya sea hace cuatro siglos que ahora. Es eso que llamamos quijotismo y sanchismo", responde Muñoz en referencia a la obra cumbre de uno de los mayores escritores de todos los tiempos. Ese quijotismo, la defensa de unos ideales por encima de cualquier otra consideración y conveniencia personal de cada cual, de un modo altruista y generoso, sigue presente en la sociedad de 2022. Al igual que su contraria, el sanchismo, la "retranca", ligada a la vida placentera y dedicada a la defensión personal, a los placeres inmediatos de la mesa y con poca voluntad de trabajar, parafraseando al director de la RAE. Una lucha de contrarios, muy españoles, que no han dejado de ser ni de estar.
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