"Esta noche ha muerto Mariano. Le ha costado, ha luchado igual que en la vida". Esa es la frase con la que Angelines comunicaba la muerte de su amigo Mariano Gamo (1931-2023) a sus allegados el pasado 5 de julio. No se equivocaba. Gamo dio todo, hasta con sus huesos en la prisión, por defender a los trabajadores desde el púlpito de su iglesia durante el franquismo.
Su parroquia, convertida en la Casa del pueblo de Dios en el Polígono E de un barrio de Moratalaz atestado de familias obreras, fue considerada foco de subversión. Detenido por Billy el Niño, ya llevaban tiempo asambleándose en su humilde templo unas clandestinas Comisiones Obreras.
Mariano Gamo exhibe la entrevista que 'Interviú' le realizó en 1978, publicada en el número 111 de la cabecera. - Guillermo Martínez |
Tras la visita, el sacerdote me regaló un poemario no sin antes leerme unos versos como si de uno de sus sermones comprometidos con la justicia social se tratara: "Que no son los crespones los que avanzan / sino el abanderado que los lleva; / que no son las banderas las que importan / sino el que avanza, incluso, a pesar de ellas". Aquello sucedió más de una hora después de comenzar a hablar con la parsimonia que merece una ocasión de tal calibre.
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