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Pedro y Ana, dos caras de la perpetua pobreza callejera

Pedro y Ana, dos caras de la perpetua pobreza callejera
Ninguno de los dos sabía lo que les esperaba en Tarragona, el único lugar en el que les podían ayudar. Recién llegados desde la madrileña ciudad de Torrejón de Ardoz y acompañados de dos bolsas en las que guardan todos sus enseres, pronto vieron que su suerte no había cambiado en absoluto. En pocos días se verían, de nuevo, viviendo en la calle. Ellos son Pedro José Gavilán: 42 años, parado de larga duración y con problemas en el corazón; y Ana Vidal: 43 años, con una discapacidad del 65%, arrastra las consecuencias de un ictus que sufrió hace años y que ahora le produce desorientación, y recibe una ayuda de 350 euros al mes. Es el único dinero que tienen para vivir, por lo que ahora sobreviven en un parque, se alimentan en comedores sociales y se pasan las horas pidiendo frente a un supermercado.

"La situación parecía que se iba a arreglar cuando una supuesta amiga de Ana nos acogió en Torrejón, pero lo que hacía era cobrarnos toda la prestación que recibe por una habitación en su casa, y no sabían convivir. Se comían la poca comida que llevábamos", empieza a relatar Gavilán. En ese instante empezó su periplo para encontrar ayuda, pero el problema del empadronamiento era una frontera imposible. "Nadie nos quería empadronar porque no nos hacían contrato en las habitaciones que alquilábamos, así que fuimos a la Cruz Roja", cuenta el afectado.

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