A veces, grandes salas albergan grandilocuentes discursos manidos y repletos de lugares comunes, gruesos en palabras, débiles en contenido. Otras, en cambio, pequeños lugares pueden ser el hogar de palabras silenciadas, que luchan contra la ignorancia que las sepultó. Y eso es lo que ha sucedido en Bruselas: el Parlamento Europeo como protagonista del gran espacio, las 30 víctimas del franquismo que lo han visitado como viva fuerza de pelea contra el olvido. La cámara de la soberanía del pueblo europeo, a donde ha llegado el tesón de los activistas por la memoria, justicia y reparación, se ha dignificado tras sus pasos.
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| Miembros de asociaciones de víctimas del franquismo y de la Transición junto al eurodiputado Miguel Urbán. — GUILLERMO MARTÍNEZ |
Esos son tan solo un ejemplo de los miles de nombres propios que sufrieron la represión franquista, también durante la última etapa del régimen, cuando algunas personalidades empezaban a cambiar de chaqueta conscientes del cambio que se avecinaba. Cambiaban de chaqueta, aunque la pistola seguía al cinto. Así sucedió con Martín Villa, antiguo ministro de los últimos años del franquismo y primero de la democracia bajo cuyo mando, según se investiga, se cometieron numerosos asesinatos y torturas por parte de la Policía y bandas de extrema derecha. Imputado por la jueza María Servini, las víctimas no dejan de reclamar justicia, ahora en la sede de la soberanía europea.
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