Casi una veintena de obras de la época más colorida y alegre de Óscar Domínguez han encontrado un refugio en la Galería Guillermo de Osma de Madrid hasta el 19 de febrero de 2021. Un trazo no era suficiente. Dos, al final, tampoco. Tuvieron que ser tres para que Domínguez (1906-1957) encontrara en ellos una de sus máximas expresiones y la manera de encauzar su etapa vital más plena y optimista.
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Óscar Domínguez. ‘Composición con casas y animales’.
Cortesía de la Galería Guillermo de Osma.
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Antes de todos esos acontecimientos biográficos que marcarán el futuro de Domínguez, el joven e inquieto personaje decide desechar la administración de los negocios familiares en París para frecuentar el artisteo de Montparnasse en 1927, la Meca de la experimentación visual. Da un paso más allá cuando se matricula en una academia de pintura, cuyo resultado se comprueba en las piezas surrealistas realizadas en 1929 bajo la influencia de renombrados creadores como Dalí, Tanguy y Max Ernst. Años después, ya en 1935, Domínguez avanza en su trayectoria profesional cuando entra a formar parte del grupo surrealista comandado por André Breton. Pero no se olvida de dónde viene, de sus raíces isleñas. Por ello, junto a su amigo Eduardo Westerdahl organiza la primera exposición del grupo surrealista en Tenerife.
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