A Enrique Bordes se le acercó un día una persona que le dijo que la casa de su madre sale en el plano, y que ella estaba ya cansada de ir a los refugios, que justo el día que bombardearon su edificio la tuvieron que arrastrar para esguardarse en la boca de metro más cercana. Esta historia, una de miles, es el resultado a nivel personal de una memoria que durante años convirtieron en íntima y cada vez se hace más pública, y que sale a la luz con la publicación de ‘Madrid bombardeado. Cartografía de la destrucción (1936-1939)’ (Cátedra), escrito por el propio Bordes y Luis de Sobrón, los dos arquitectos, para que quede registro de lo que fue una despiadada táctica terrorista contra la población madrileña.
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