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Carmen y David, la pareja que revitaliza el chotis verbenero por las calles de Madrid

Ellos, que manejaban a la perfección todo tipo de bailes de salón, se sorprendieron de sí mismos cuando vieron aquello. Lo conocían de mucho antes, claro que sí, pero esa mañana soleada en la que se celebraba la Virgen de la Paloma y en la que el cuero de los zapatos se deslizaba con sigilo por la pista les marcó como ninguna otra. Ellos también querían repetir los movimientos que observaban impasibles. Carmen Cachadiña y David López son la pareja que deleitan con sus chotis y otra música típica madrileña a unos viandantes no acostumbrados a este tipo de espectáculo callejero.

Carmen Cachadiña y David López posan antes de bailar. (G. M.)
El dúo, aunque recorre los salones de baile de la capital y su periferia desde hace tres décadas, empezó a rumiar la idea de aprender los pasos tradicionales madrileños hace unos 12 años. Carmen aún recuerda a la primera pareja en la que se fijaron. Tenía claro que serían ellos quienes les enseñarían. “Nos dieron algunos apuntes, como dónde debe estar el punto de equilibrio o de qué forma hay que agarrar a la pareja, y desde entonces no paramos de imitarles. Sin tomar clases ni nada, eh, porque el chotis tiene que ser verbenero, callejero”, comenta ella, natural del barrio de Chamberí.

Preguntados por su edad, ella responde que aún le quedan por cumplir los 50, y él que los supera. Nada de eso es importante cuando se monta en la moto y junto a David se van al centro de Madrid a bailar. Chotis, desde luego, pero también pericón madrileño, mazurca y pasodobles. Todo lo que sea por recuperar la música y el compás típico del Madrid más castizo, vamos. Con la vista puesta más allá del horizonte capitalino, la pareja también visita ciudades como Coslada, San Sebastián de los Reyes y Getafe para llevar allí su arte. “Al principio, mi marido y yo éramos los únicos que nos plantábamos con nuestro mantoncillo y parpusa”, rememora ella. Al son del pericón, una música francesa que los madrileños la adaptaron modificando su baile, todos los allí presentes “alucinaban” con sus movimientos: él con las manos en los bolsillos; ella con los brazos en jarra.

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