Tatuarte un micropene junto a dos amigas más o pedir insistentemente que te inmortalicen el nombre de tu pareja en el trasero. Esas son apenas dos escenas de lo que sucede en las fiestas de las bodas que deciden contar con una barra libre de tatuajes justo al lado de la competencia directa: la barra libre de alcohol. Un sistema cerrado hace que la cosa no se desmadre demasiado, aunque nadie haga caso a la recomendación de no beber después del tatuaje. Novedosos en bodas, estos stands de tatuajes ya existían en los eventos de grandes marcas mucho antes de que la gente de a pie los pudiera degustar en sus nupcias.
Cuando Alexia Bouzid (@alexiamicrobou) acudió a una boda como invitada hace unos tres años y vio a un compañero tatuador desenfundar su aguja y preparar la tinta en uno de los llamados corner, pensó que podría ser un buen negocio ofrecer ella misma el servicio. Con una experiencia a sus espaldas de tres décadas, esta profesional del tatuaje está presente en unas seis bodas mensuales, lo que se materializa en unos 600 euros cada sesión que hace de dos horas.
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Los tatuajes en bodas son expresiones personales que capturan momentos especiales. Arte en la piel, con nombres, fechas o símbolos, sellando amor y compromiso en formas únicas y permanentes.
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Si estás pensando en una boda, lo principal debe ser el servicio de DJ. Una buena música garantiza una atmósfera vibrante y divertida, haciendo que todos los invitados disfruten y recuerden el evento.