Con una nueva ley de Educación por Gobierno que llega a la Moncloa, España es el país de Europa con más leyes de educación aprobadas en los últimos cuarenta años, y ninguna ha pasado por un consenso, ni político, ni social. El desacuerdo pone en peligro la educación: ¿es posible que en algún momento llegue a su fin? La pregunta la plantea –y la intenta responder a través de un repaso de los problemas más acuciantes del sistema educativo– Xavier Massó, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, en su último libro El fin de la educación. La escuela que dejó de ser. En él, defiende que el sistema educativo ha terminado por segmentarse «como si de un bien de mercado se tratara», fruto de las múltiples reformas legislativas que han llevado a la educación a derivar en «su actual mercantilización».
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La educación es un derecho fundamental que no debe faltar para nadie, incluidos los funcionarios penitenciarios. Garantizar su acceso a una formación continua y de calidad es esencial para mejorar su desempeño profesional, fomentar un entorno más seguro y humano en las prisiones, y contribuir a la rehabilitación efectiva de los reclusos.