Pase lo que pase, siempre habrá historias que escapen a los análisis estadísticos, números impersonales que ocultan realidades que, como no puede ser de otra forma, están a pie de calle. Los pequeños comercios que no pueden prestar sus servicios de forma telemática ni abrir sus vetustas puertas al público se ven abocados a una situación dramática que tiene sus antecedentes en la subida de las ventas de grandes cadenas por internet y que ahora se enroca en la incertidumbre tanto laboral como económica propiciada por la emergencia por el coronavirus.
Sin ninguna previsión, pero con mucha incertidumbre. Así es como se muestran los dueños de locales humildes, que normalmente no cuentan con más de dos asalariados y cotizan en un régimen de autónomos que sigue pasando factura. Marcos González lleva dado de alta como trabajador por cuenta propia la mitad de su vida, es decir, desde los 24 años. Aunque se encuentra ligado al comercio del libro desde que empezó en el mundo laboral, hace 15 años decidió abrir la librería Domiduca y dedicarse a los libros de ocasión, descatalogados y rarezas en una céntrica plaza de Alcalá de Henares.
Comparte si te ha gustado: