Los agentes antidisturbios de la Policía Nacional volvieron a cargar. Otra vez. Era el cuatro de octubre de 2014 y en torno a dos millares de personas se habían reunido en la Puerta del Sol convocadas por la Coordinadora 25-S. La concentración, cuyo eslogan era "monarquía no es democracia, es dictadura y corrupción", desembocó en un conato de manifestación que pretendía discurrir por la calle Alcalá, adyacente al madrileño kilómetro 0. Para desgracia de los allí congregados, una línea policial les impidió el paso a escasos metros. Todo lo que sucedió después, y sus responsables, será dirimido en un juicio en la Audiencia Provincial de Madrid los próximos 15 y 16 de diciembre, en el que tres activistas y tres antidisturbios se sentarán en el banquillo de los acusados.
Al inicio de la calle Alcalá tan solo se escuchaba un grito: "Basta ya de Estado policial". Después vendría la carga. La cinta, aportada como prueba en el proceso judicial, constata cómo un antidisturbio intenta propinar un par de puñetazos en la cabeza a los manifestantes. Segundos después, uno de sus compañeros aporrea a una periodista en el brazo con el que sujetaba su cámara para, posteriormente, volver a utilizar su defensa contra un hombre que tenía las manos en alto; todo ello justo antes de repetir la acción en la espalda de un hombre de mediana edad que se intentaba retirar del lugar. Pero aún hay más. Tras la carga, otro agente de la UIP pega un manotazo a un hombre. Es el mismo policía que después empujaría a un periodista que intentaba documentar las detenciones.
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