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Una noche con las personas sin techo que duermen en el aeropuerto de Barajas: “No encontramos un sitio mejor”

Mientras fuera cae la noche y la lluvia arrecia, dentro de la Terminal 4 (T4) del Aeropuerto de Madrid Barajas cientos de personas en situación de calle intentan encontrar un espacio en el que guarecerse hasta el próximo día. La mayoría de ellos son hombres migrantes, aunque “hay de todo”, como aseguran algunos de los protagonistas de esta historia. Al mismo tiempo, en los despachos de Aena, la empresa que gestiona el aeródromo, y en el Ayuntamiento de Madrid, responsable de los Servicios Sociales, intentan encontrar una solución a esta acuciante realidad que cada vez afecta a más personas y que ha provocado numerosos choques entre ambas instituciones.

Varias personas sin hogar durmiendo en el Aeropuerto de Madrid Barajas.- Guillermo Martínez
Varias personas sin hogar durmiendo en el Aeropuerto de Madrid Barajas.- Guillermo Martínez

Aena argumenta que no tiene “competencias administrativas en materia de servicios sociales”, poniendo principalmente sobre el ayuntamiento esta responsabilidad. Y desde el consistorio apuntan a que “la competencia de esta infraestructura es de Aena, del Ministerio de Transportes”. La pasada semana, el delegado de Políticas Sociales, Familia e Igualdad del consistorio, José Fernández, apuntó además que allí “se encuentran solicitantes de asilo, cuya responsabilidad depende del Gobierno de España”. “También hay personas sin hogar, y a esas sí debemos responder nosotros”, sentenció Fernández ante los medios. Aena insiste en que corresponde al ayuntamiento toda la atención, aunque en febrero fue la empresa pública la que desalojó a decenas de personas sin hogar que dormían en otro aeropuerto, el de Barcelona - El Prat.

En Barajas, este lunes en torno a la media noche eran ya unas 300 personas las que se tumbaban en los bancos y los suelos de la terminal, aunque otras crónicas de otras jornadas elevaron esa cifra al medio millar. Algunas maletas que apenas hacen ruido y una voz femenina y repetitiva que expulsa la megafonía del lugar son la banda sonora de una noche más sin cama en la que descansar, aunque con un techo sobre sus cabezas. “Ninguno de nosotros está aquí por placer. Venimos porque no encontramos ningún otro sitio mejor”, relata una de estas personas que prefiere mantenerse en el anonimato, e incluso se muestra temeroso de dar su edad.

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