Las grandes catedrales y castillos fueron, siglos atrás, las edificaciones que hacían resonar el nombre de una ciudad más allá de sus fronteras. Hoy en día sin embargo, las obras arquitectónicas que ubican a un municipio en el mapa están mucho más ligadas al aspecto artístico: primero de forma, después de contenido. Los museos, estos lugares de referencia e identificación, son cada vez más una puesta al límite de las posibilidades creativas.
Pero toda innovación conlleva su riesgo.
El arquitecto de renombre Renzo Piano pensó que 280.000 piezas con forma de disco serían las más adecuadas para cubrir el Centro Botín de Santander. Desde luego, llamaría la atención de los viandantes. La estructura de dos volúmenes conectados entre sí con una superficie construida total de 8.739 metros cúbicos y por la que la Fundación desembolsó 77 millones de euros, fue inaugurada en junio de 2017, pero en mayo de 2018 ya estaba cubierta con una malla para evitar desprendimientos.
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