La madre de Julián Rebollo hacía un pan grande, maravilloso, que iba cortando en trozos. En su casa solo eran cuatro, pero ella cortaba más rebanadas. Él, que era pequeño, no entendía por qué su tía se quedaba con gran parte de ese manjar. Con el tiempo supo el por qué: a su tío, Gregorio Rebollo García, le habían matado en 1942 tras ser deportado al campo de concentración nazi de Mauthausen. En España dejaba una mujer y cinco hijos que, gracias a la solidaridad familiar, intentaban no pasar hambre.
|
Durante esta docena de años han visto pasar muchas cosas, sobre todo idas y venidas de promesas políticas a medio cumplir. Eso no les ha impedido continuar con su lucha acompañada de la fuerza necesaria para que no se olvide la historia: "Dicen que a mi tío le mataron los nazis alemanes, pero no, le mató Franco al decir que era un apátrida", sostiene Rebollo.
Comparte si te ha gustado: